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LA NACION - CLARIN - LA VOZ DEL INTERIOR - PAGINA 12 OTROS |
El escepticismo y la tristeza arrasan con el ánimo de la gente.
Aumentaron las consultas psiquiátricas derivadas de las patologías sociales
En los servicios de salud se observan cuadros clínicos cada vez más severos Los principales grupos de consulta son la clase media empobrecida y la que alguna vez fue clase media alta.
Se siente en el aire, se trasluce en las caras, se palpa en las calles. Lo reflejan las estadísticas de caída del consumo, la postergación en las decisiones de compra, el escepticismo y la desmoralización que trasuntan las conversaciones cotidianas, el temor y el desconcierto frente a un futuro incierto.
Hay tristeza en el alma de los argentinos, y lo que convierte el asunto en un tema de preocupación social es que ese sentimiento de frustración parece cada vez más generalizado.
"A mí me está costando salir a la calle. Me hace mucho daño ver mendigos en todas las cuadras y sentir que, más allá de darles una moneda a uno u otro, yo no les puedo solucionar la vida ni puedo mejorar las condiciones de los millones de personas que están sufriendo", dice Carlota González, abogada, vecina de la iglesia de San Nicolás de Bari, sobre la avenida Santa Fe.
La "depre" no distingue clases sociales, puede tener distintos matices y presentarse con diversas manifestaciones, pero significa para la gran mayoría de la gente un enorme desgaste psicológico.
"Si en una sociedad como la argentina, las encuestas indican que al menos el 60 por ciento de las personas teme perder su trabajo, esta vivencia de amenaza produce sentimientos de angustia y un temor a la inexistencia por desinserción social. Y eso nos comprende, en mayor o menor medida, a todos", dice Javier Lúpiz, ingeniero que logró reubicarse después de estar casi un año desempleado.
Se trata de temores profundamente dolorosos para el ser humano, porque conllevan el fantasma de la precarización de la vida personal y social.
Esta realidad se refleja cada vez más en las consultas a los servicios de salud de centros públicos y privados.
"Históricamente, teníamos un 75% de consultas por patologías típicamente psiquiátricas, como psicosis o esquizofrenias. Hoy la tendencia se dio vuelta y ese porcentaje corresponde a consultas derivadas de la patología social", dice la licenciada Silvia Gross, coordinadora del servicio de Violencia Familiar del Hospital de Emergencias Psiquiátricas Torcuato de Alvear, que depende del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Según explica, los factores de riesgo que empujan a la gente a la consulta psiquiátrica en un hospital público son el desempleo, el aislamiento, no tener un proyecto de vida o verlo coartado, o la falta de contención familiar.
"Eso produce apatía, tristeza, depresión, decaimiento, desgano, y la curva de estos síntomas ha aumentado de manera exponencial", dice Gross.
También comenta que el perfil de pacientes que llegan a la guardia del establecimiento asistencial es de clase media empobrecida y de clase media que alguna vez fue media alta.
"La clase baja ni llega, porque no tiene los medios para hacerlo, salvo casos extremos que ingresan en una ambulancia o derivados de un juzgado", dice.
La gente va a buscar al hospital respuestas que no encuentra en otro lado. "No dan más", reconoce Gross. Pero también admite que, desde la consulta médica, es poco lo que se puede hacer porque este tipo de paciente necesita respuestas que los profesionales de la salud no están capacitados para dar: trabajo, ayuda social, medios para que los chicos no abandonen la escuela a edades cada vez más tempranas y un cúmulo de recursos para paliar el maltrato y la violencia intrafamiliar.
Los carteles en los locales comerciales dicen "Nos vamos", "Liquidamos todo", "Venta total por cierre". Las estadísticas de las cámaras empresarias al respecto son descorazonantes: solamente en la Capital Federal, unos 120.000 locales han bajado sus persianas. Los planes de compra de bienes durables, por dar sólo un ejemplo, están en su punto más bajo desde marzo de 1999.
Síntomas
"Si se pudiera leer en el alma de la gente, tal vez el sentimiento de clausura y de bajón estadístico no sería muy diferente", dice Enzo Bo, empleado de una de las principales perfumerías de la avenida Córdoba, que conoció años de gloria y que hoy está en convocatoria de acreedores.
El dato vale porque tres años de depresión económica influyen, necesariamente, sobre el estado anímico de la gente. Lo señaló, a principios de mayo último, Domingo Cavallo. "En la Argentina hay depresión, no sólo económica, sino también anímica", diagnosticó.
Los jóvenes y no tanto se agolpan en las embajadas buscando un salvoconducto a la esperanza. Las conversaciones giran en torno de un único tema: lo mal que estamos.
"Lo que prevalece en este momento es la sensación de la gente de su imposibilidad de solucionar las cosas", dice José Eduardo Abadi, médico psiquiatra y psicoanalista.
"Hay miseria y hay una imposibilidad de compartimentar una miseria que ya no responde más a barrios ni sectores. Entonces, ver a las personas carecientes y a los desposeídos produce tristeza, pero también angustia, desconfianza y miedo."
Ya en 1994 la Organización Mundial de la Salud sindicó a la pobreza como el principal factor de enfermedad en el mundo. Pero en 2000 recomendó a los países prestar especial atención a la depresión como un problema clave de salud en el tercer milenio
"En el plano de la salud mental, la depresión y la ausencia de proyectos son los factores fundamentales de patología mental y en crecimiento exponencial", se advierte desde el organismo.
Según explican los médicos, la depresión tiene que ver con la pérdida de lugares o el temor a la pérdida de lugares y a la ausencia de proyectos, que prevalecen hoy en el panorama de una gran mayoría de los argentinos.
"La situación social y económica es de tal gravedad que nosotros observamos que los pacientes hacen cuadros clínicos más severos que hace una década", dice la doctora Lucila Rodríguez Pirovano de Agnese, jefa del área de Psicopatología Infanto Juvenil del Hospital de Clínicas José de San Martín. "Los niños y adolescentes concurren con cuadros clínicos de mayor complejidad y severidad, por un notable aumento en la conflictiva de los divorcios de sus padres o por secuelas de situaciones familiares que les provocan trastornos de ansiedad, trastornos psicosomáticos y otras respuestas graves a los problemas más complejos que están viviendo los adultos", dice.
Agnese reconoce que no es mucho lo que se puede hacer desde la terapéutica para paliar los problemas de inestabilidad emocional que producen en la familia la falta de trabajo, la disminución notoria de los ingresos, el impacto que causa en los chicos su traslado de la escuela privada a la pública y, sobre todo, la falta de continuidad en los tratamientos -a pesar de ser un hospital público- por razones económicas.
"Salir de aquí es un problema que excede a los médicos y que comprende a políticos y gobernantes", opinó.
Carlos Díaz Usandivaras, director del Instituto de la Familia, centro de docencia, investigación y asistencia en terapia familiar sistémica, cree que en la Argentina hay una gran cantidad de ciudadanos en estado de indefensión aprendida: sienten que, hagan lo que hagan, las cosas en el país serán siempre iguales.
"Pero hay también un problema de expectativas. Los argentinos hace muchos años que venimos siendo tratados como niños de pecho, y eso nos ha llevado a un vaciamiento de la autoestima. Churchill fue demoledor cuando pidió al pueblo inglés sangre, sudor y lágrimas. Pero al hacerlo estaba diciendo a la gente "ustedes pueden". A nosotros nos tratan como a irresponsables, nos venden consignas para idiotas, como lo del "blindaje" y tantas otras", opina.
Para Díaz Usandivaras sólo podremos empezar a recuperarnos cuando hagamos una autorreflexión sobre todo esto y comprendamos que no hay salidas mágicas ni dirigentes salvadores. "La respuesta está dentro de nosotros mismos", reflexionó.
Por Carmen María Ramos Para La Nación
Disyuntiva
"¿Podremos en algún momento los argentinos pasar por la sana depresión reparatoria, o nos empecinaremos en encontrar persecutoriamente la culpa en otros?", se pregunta Eduardo Padilla, médico psiquiatra y terapeuta familiar.
"No
descuidemos esta enfermedad: la historia tiene un gigantesco cementerio
de perseguidos y perseguidores. Los argentinos estamos otra vez demasiado
cerca de ese macabro escenario, ya conocido", advierte Padilla, que, además,
es presidente de la Fundación Familia y Comunidad.
Por el stress, hay más problemas ginecológicos
Relevamiento en mujeres de 20 a 70 años: la crisis repercute en el cuerpo femenino
Un equipo privado
de médicas ginecólogas evaluó las alteraciones sufridas
por 5893 pacientes en los últimos meses
Elegir la profilaxis
En el caso de las alteraciones sexuales, lo que se observa es disminución de la libido y de la frecuencia en las relaciones sexuales.
Las especialistas aclaran que se puede hablar de psicopatología ginecológica cuando -luego de estudios exhaustivos- se comprueba que las enfermedades aparecen como producto de stress de cualquier origen (laboral, por traumatismos, psicógeno -miedos, pérdidas familiares, ansiedad, etc.-), y no se cuenta con una interpretación etiológica (del origen) específica.
El consejo de las ginecólogas es ambicioso, pero necesario: 'La profilaxis es fundamental. Hay que tratar de evitar el stress por todos los medios posibles. Si bien esta medida encuentra a veces obstáculos insalvables, cada mujer tiene la posibilidad de elegir medidas para evitar stress en su vida cotidiana'.
Además, agregan, no se debe dejar pasar la consulta frecuente con el médico de cabecera.
Por Valeria Shapira
De la Redacción de LA NACION
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Herrera de Noble
Jueves
13 de diciembre de 2001
SALUD:
LOS SERVICIOS DE PSICOLOGIA DE LOS HOSPITALES DAN TURNO PARA DENTRO DE
CUATRO MESES
Claves para
enfrentar el estrés que provoca la crisis
Las consultas
por estrés, depresión y temor aumentaron un 300% en pocos
días. Frente a la crisis, los expertos proponen estrategias para
sobrellevarla sin destruir el organismo.
Mariana Iglesias.
Los
problemas de Fernando Acosta no empezaron con las últimas medidas
económicas. Luego de tres años de recesión, al joven
productor de plantas de San Pedro las cosas ya le iban demasiado mal, al
punto de tener que recurrir a un psiquiatra para pedir ayuda. Los meses
de terapia y la medicación lograron que ahora, en lugar de mirar
noticieros, escuche música o salga con su caña de pescar.
Como él, miles de argentinos están empezando a acudir a psicólogos
y psiquiatras para combatir esta obsesión por lo económico.
Es que a muchos el tema los está llevando al estrés y
la depresión.
Según el psiquiatra y psicoanalista Humberto Gobbi, las consultas por depresión originadas por situaciones socioeconómicas "aumentaron un 300 por ciento en los últimos días. Hace un año, de cada diez consultas que recibíamos, una era sobre depresión por situaciones temporales. Hoy son cuatro de cada diez", explica.
Dice, además, que la conjunción estrés-depresión "es una mezcla explosiva". "En una población ya vulnerada por la desocupación y la desesperanza, estas nuevas modificaciones son tomadas como si el país entrara en guerra", explica Gobbi.
Abel Fainstein, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, asegura que desde los anuncios del 1ø de diciembre, nueve de cada diez pacientes hablan sólo de temas económicos en sus sesiones: "La gente está perpleja, llena de incertidumbres y entonces es lógico que no pueda pensar en otra cosa", explica.
"Con las nuevas medidas creíamos que muchos de los pacientes, al no poder disponer libremente de su dinero, iban a abandonar las terapias, pero sorprendentemente no lo hicieron. Al contrario, vienen y hablan de todos los inconvenientes que les generaron las normas", asegura el psiquiatra Alfredo Cía, presidente Honorario de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad y Coordinador de la Sección de Trastornos de Ansiedad de la Asociación Psiquiátrica de América Latina.
Si bien hace tiempo que mucha gente decidió evitar hacerse mala sangre con informativos y noticieros, es difícil evadirse de la realidad cuando un conjunto de medidas afecta hasta lo más simple como es disponer del propio sueldo. Por eso, con solo dar una vuelta por la calle se ve que la gente está triste, cansada y de mal humor. Y no sólo eso, muchos ya están somatizando el ajuste con insomnio, pesadillas, apatía, palpitaciones, falta de apetito, cefaleas, fatiga, contracturas y hasta úlceras.
"La gente, en mayor o menor medida, creía que estaba haciendo un sacrificio para sacar a flote al país, pero ahora le secuestraron sus bienes en forma compulsiva y violenta. Eso puede llevar al estrés y la depresión", explica Cía. Según Gobbi, "el estrés es una respuesta adaptativa que en circunstancias normales prepara al organismo para la emergencia, pero si el estado de alerta se vuelve crónico, comienzan los problemas. Lo más grave es que pueden llevar a la depresión postraumática ".
No hay recetas mágicas para enfrentar esta realidad que afecta la calidad de vida de los 36 millones de argentinos, pero sí hay recomendaciones. "Cuando la angustia, la incertidumbre y el miedo se instalan en la cotidianeidad, se pueden emplear algunos recursos para evitar la aparición de una enfermedad", dice Cía. Y aconseja:
Acrecentar los vínculos afectivos: es importante sentirse escuchado, apoyado y contenido por amigos y familiares.
Pensamientos: no culparse a uno mismo por lo que ocurre, esta situación afecta a todos. Intentar cambiar la visión negativa por una más esperanzada considerando que toda crisis es transitoria y superable.
Distracción: desconectarse por momentos de las preocupaciones y practicar algún deporte, actividad recreativa o placentera.
Relajación: aprender a practicar técnicas de respiración para aliviar las tensiones.
Actitud: asumir una postura activa frente a la crisis, en forma individual o colectiva, para lograr neutralizar sus efectos.
Consulta: ver a un médico en caso de verse desbordado por estos síntomas.
Tanto Fainstein como Gobbi hacen hincapié en la propuesta comunitaria. "Hay que rescatar redes sociales como la familia, instituciones y grupos de trabajo para contener la ansiedad y la angustia. Es importante darse cuenta que uno no está solo", explica Fainstein. "Las redes barriales, las de fomento y las organizaciones no gubernamentales cumplen funciones de contención y referencia fundamentales en situaciones de crisis", dice Gobbi.
No automedicarse. Los especialistas aseguran que "un tranquilizante no es malo, pero el consumo reiterado es peligroso".
"Me sentía terminado. Pero aprendí a no enloquecerme con las noticias y a encontrarle otro sentido a la vida", asegura Fernando Acosta. Tiene 33 años y vende la mitad de rosales y arbustos que hace un año, pero tiene una esposa y una hijita, "y al final, es lo único que importa".
Córdoba,
Argentina, Sabado 9 de marzo de 2002
Advierten “explosión de demanda” en salud mental
Si para los trabajadores de la salud mental estaba claro que en los últimos años la sintomatología de los cordobeses había empeorado, ahora saben que desde la crisis de diciembre hay una “explosión de demanda”.
Esta expresión ha sido acuñada en una serie de reuniones convocadas desde el 29 de diciembre, desde la agudización de la crisis. Trabajadores de salud mental del Hospital Neuropsiquiátrico, hospitales provinciales, dispensarios municipales, docentes de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) se reúnen en esa casa de altos estudios (ver Encuentro de miradas y voces) para compartir sus experiencias en la atención a esa demanda que creció en número pero, además, expresa síntomas cada vez más preocupantes.
El Neuropsiquiátrico, un hospital de alta complejidad, de pacientes “agudos” y de atención a la patología psiquiátrica grave (psicosis crónicas), registra, cada vez, una mayor cantidad de demanda. Cuantitativamente, entre diciembre del año pasado y febrero último, el total de primeras consultas subió a 753, el doble que en el mismo período anterior.
Pero las consultas no responden al perfil tradicional, ya que se atienden cada vez dolencias más “actuales”: síndromes depresivos graves, trastornos de ansiedad, somatizaciones, intentos de suicidio, ideas de muerte, irritabilidad, impulsividad y violencia, entre otras. Este tipo de demanda, antes muy minoritaria, ya compone el 53 por ciento de los casos, siendo que es un hospital mayoritariamente de crónicos.
En este conjunto, las más representadas son: ideas de muerte e intentos de suicidio, 25 por ciento; síndrome depresivo, 36; violencia, 11.
Intentos de suicidio
Estos datos pertenecen a la última asamblea de trabajadores realizada el miércoles pasado. Quizá lo más preocupante es la evolución en las internaciones por intentos de suicidio en el principal hospital psiquiátrico de la provincia durante diciembre, un mes crítico en esto.
Del total de ingresos, en diciembre de 1999 este rubro
no llegaba al dos por ciento, mientras que en el mismo mes de 2000 se alcanzó
el 20 por ciento sobre el total de internaciones. En cambio, en diciembre
de 2001, el porcentaje trepó a casi el 30 por ciento.
Córdoba,
Argentina, Jueves 14 de marzo de 2002
Por la crisis, se triplicó la demanda psiquiátrica
Rosa Bertino
De nuestra redacción
rbertino@lavozdelinterior.com.ar
Para psiquiatras y psicólogos, estas vacaciones han sido totalmente anómalas: trabajaron hasta el triple que en invierno, aunque no por ello ganen más. “La sociedad pasa por una emergencia emocional. Esto es como una guerra y un profesional tiene que acompañar a la población, sin pensar cuánto o cuándo va a cobrar”, declara un docente de la Facultad de Psicología de la UNC.
A partir de diciembre último, la inestabilidad política y económica agudizó el estrés que se manifiesta en los cuadros gastrointestinales, respiratorios, cardiovasculares y dermatológicos. Las colitis, los ataques de asma, el prurito y hasta los infartos estuvieron a la orden del día.
Ahora han recrudecido los ataques de pánico, como principal trastorno de la ansiedad. La falta de aire, los ahogos, el miedo a morir o a “lo que va a pasar”, son los síntomas más frecuentes.
Antivacaciones
“Normalmente, la nuestra es una actividad estacional, con un pico en junio y julio y otro incluso peor entre fines de octubre y diciembre”, dice el doctor Guillermo Bauducco, jefe de Salud Mental del Hospital San Roque. “En ese lapso solemos tener 700 u 800 consultas mensuales, que bajan a 200 ó 250 en enero y febrero. Este año es insólito, porque se mantienen en el nivel de diciembre. No hubo un corte. La gente acude preocupada por su salud, y todos dicen más o menos lo mismo: ‘no tengo trabajo’, ‘no tengo plata’, ‘no sé qué hacer’”.
En resumidas cuentas, este período de diciembre a marzo se ha constituido una suerte de “anti vacaciones”. Lejos de tomarse el descanso necesario, la mente se ha visto jaqueada por un enemigo concreto e invisible a la vez.
Ambulatorios
Los especialistas locales coinciden en que las consultas, medicaciones y tratamientos se han elevado en un 50 por ciento, pero las internaciones se mantienen estables.
En general, las personas afectadas por las crisis de pánico (sensación de ahogo o de un ataque inminente) responden a un tratamiento ambulatorio. Otro tanto ocurre con los efectos más conocidos del estrés (dolores, dermatitis, impotencia masculina y frigidez femenina, insomnio, irritabilidad constante).
El consumo de ansiolíticos y antidepresivos aumentó hasta un 20 por ciento, según cifras de los propios laboratorios. Todos ellos son de venta recetada.
Autoagresión
Aunque no todas las personas reaccionan igual ante los mismos estímulos, los profesionales reconocen que la sociedad está atravesando por una etapa de “tendencias destructivas”. Muchos pacientes manifiestan “el deseo de morir, aunque no significa que se vayan a matar”. De hecho no lo hacen, aseguran los expertos, contrarrestando los rumores sobre “una oleada de suicidios”.
“El problema está en los medios: si una cámara de TV mantiene a un hombre con un revólver, amenazando con matarse, está promocionando el suicidio”, afirma la psicóloga del San Roque, Angélica Dávila.
Pero un infarto, el alcohol o el tabaquismo “también son maneras de ‘matarse’, y el descuido al volante, o los excesos de velocidad: por algo hay tantos accidentes”, coinciden Dávila y el psiquiatra Jorge Richardson, jefe de servicio en el centro médico de Parque Vélez Sársfield.
Antes y después
La población mayoritaria del San Roque es desocupada, o perteneciente a ese amplio sector que se quedó sin obra social. Sin embargo, sus relatos y la sintomatología coinciden con los pacientes del Hospital Privado.
“Las psicopatologías son muy democráticas, por así decirlo: no hacen distinciones”, ironiza Richardson.
En este caso, un 80 por ciento de los pacientes proviene del sistema pre-pago. “Dado el número de afiliados que tiene este hospital, en el departamento de psicoterapia estamos rondando las 2.500 consultas mensuales. El incremento ha sido notable y sostenido a partir del ‘corralito’ y el cambio en las reglas del juego”.
El facultativo señala que, a grandes rasgos, se puede hablar de un antes y un después de diciembre de 2001. Ayer, depresión; hoy, ansiedad. “La depresión tiene que ver con el pasado, con las pérdidas. En cambio, el ‘brote’ actual de ansiedad, como se lo llama comúnmente, se origina en el miedo a lo que puede venir. Es un sentimiento relacionado con el presente y el futuro, con la incertidumbre”, analiza el doctor Richardson. “A su vez, la ansiedad lleva a los ataques de pánico, que son el motivo corriente de los pedidos de ayuda”.
Salud mental
Un artículo publicado en La Voz del Interior el pasado 9 de marzo, reflejó el aumento de la demanda en el ámbito de la salud mental en Córdoba. Allí se describía cómo el Neuropsiquiátrico, un hospital de alta complejidad, de pacientes “agudos” y de atención a la patología psiquiátrica grave, registró el doble de consultas, entre diciembre del año pasado y febrero último, con respecto al mismo período anterior.
Pero las consultas no responden al perfil tradicional, ya que se atienden dolencias más “actuales”: síndromes depresivos graves, trastornos de ansiedad, somatizaciones, intentos de suicidio, ideas de muerte, irritabilidad, impulsividad y violencia, entre otras. Este tipo de demanda, antes muy minoritaria, ya compone el 53 por ciento de los casos.
EL AUMENTO DE CONSULTAS A PSICOLOGOS EN MEDIO DE LA CRISIS ECONOMICA
Cuando un país se queda sin cuerda
Algunos van a gritar a un banco. A otros les da por la angustia y las pesadillas. Unos y otros terminan cada vez más en el diván. El caos económico, Plan Candado incluido, triplicó las consultas según la Asociación de Psiquiatras. Aquí, los expertos explican el aumento de los trastornos de la ansiedad.
Por Horacio Cecchi
Aunque Domingo Cavallo no se lo hubiera propuesto, y esto es difícil
saberlo, sus más recientes medidas sobre el bolsillo de los argentinos
que se agregan a anteriores medidas sobre los mismos bolsillos, tienen
repercusiones a altos niveles. Más concretamente, dentro de la cabeza
de los argentinos. Ayer, Humberto Gobbi, de la Asociación de Psiquiatras
Argentinos señaló que en los últimos tres días
se triplicaron las consultas gracias al Plan Candado. Más allá
de los números, todos los especialistas consultados por este diario
coincidieron en que aumentaron visiblemente la ansiedad, angustia, depresión,
con úlceras, pánicos, hipertensiones y pesadillas varias.
Todas vinculadas de una u otra forma a las decisiones del ministro de Economía.
“Estas medidas –señaló Ruth Taiano, presidenta de la Asociación
de Profesionales del Ameghino– provocan la vivencia arrasadora de estar
a merced de un otro arbitrario y para colmo ineficaz”.
Como todos los años, en abril pasado, la Asociación de
Psiquiatras Argentinos (APSA) organizó su Congreso Argentino de
Psiquiatría. En sus conclusiones advirtió sobre el aumento
de los trastornos de ansiedad con expresiones somáticas como crisis
de hipertensión, espasmos cerebrales, úlceras gastrointestinales
y otras formas de poner en el cuerpo propio lo que Cavallo saca del bolsillo
ajeno. Ayer, Humberto Gobbi aventuró que por las medidas aumentaron
300 por ciento las consultas a los especialistas. “La gente lo toma como
si se le estuviera informando que el país entró en guerra”,
sostuvo.
El psicoanalista Hugo Pisanelli, director de Psicólogos y Psiquiatras
de Buenos Aires (PPBA), coincidió en el efecto de las medidas económicas
sobre la salud de los argentinos. “En los consultorios externos del Hospital
Borda, desde julio de este año estamos dando turnos para tres meses
después. La desocupación, la falta de perspectivas son temas
muy habituales. Pero además, los consultorios públicos desbordan
porque se caen las obras sociales, porque no alcanza la plata para una
atención privada.” Una estadística realizada por la PPBA,
sobre 2841 consultas en los últimos dos años dio como motivo
clínico más frecuente los miedos, ataques de pánico,
fobias, angustia, ansiedad, depresión y compulsiones. Resulta interesante
descubrir a qué asociaron los pacientes esos problemas: “El mantenimiento
de la actividad laboral, la falta de trabajo, y cuestiones económicas
en general, baja de ingresos, descenso de la calidad de vida”, ocupan al
menos la mitad de las temáticas de diván.
“A veces aparece claramente definido el miedo al futuro –explicó
Graciela Lucatelli, presidenta de APSA–. Se nota una muy tremenda dificultad
de la gente para la anticipación, para trazar proyectos de vida.
Hasta para algo tan simple como pensar en invertir dos años en una
carrera, y después tomarse vacaciones. Es lo que se observa ahora,
que durante el congreso de abril no aparecía. Está vinculado
al contexto, a la inestabilidad laboral, porque el que se queda sin trabajo
no sabe si vuelve al mercado. No sé en qué proporción
puede haber aumentado la consulta, pero sí se percibe que aumentó
la de emergencia, con crisis de angustia, propio de un país donde
las personas no pueden desarrollar sus potencialidades.”
“Básicamente, en los últimos tiempos se nota un aumento
de consultas por trastornos de ansiedad y depresivos”, describió
Roberto Sivak, psiquiatra del Hospital Alvarez. “Los primeros hablan de
una imposibilidad de adaptarse a situaciones de cambio o por incertidumbre.
Esos trastornos pueden durar lo que dura la incertidumbre. Pero se notan
también cuadros más severos, los más comunes por angustia,
pánico, crisis de ansiedad abruptas, acompañadas por agorafobia
(pánico a espacios abiertos). Puede leerse como reflejo de incertidumbre,
sensación de impotencia, falta de apoyo en algo seguro. De alguna
manera es la representación de lo que le pasa al país.” Los
especialistas coinciden en que frente a una situación de crisis
e incertidumbre, como la desatada por Cavallo, la respuesta dependerá
de la estructura de cada uno. “Pero además de las patologías
preexistentes –explicó Juan Carlos Ferrali, docente de la Carrera
de Psicología e integrante del Centro de Estudios para el Desarrollo
Humano–, lo que en contextos normales puede ser un problema de depresión,
en contextos como éste es un problemón, porque complejiza
la patología.” El 27 de noviembre pasado, el Cedhu organizó
las conclusiones sobre un taller de salud mental en contextos de temor,
incertidumbre y desesperanza. Una de esas conclusiones señalaba
que “la población argentina se encuentra en un riesgo psicológico
grave” y mencionaba al desamparo y la desesperanza. “El desamparo –definió
Ferrali– es la vivencia de no poder controlar las cosas en el presente.
La desesperanza, de no poder hacerlo en el futuro.”
Cavallo, finalmente, aparece en el diván aunque no necesariamente
con la imagen pretendida por sus órganos de prensa. Según
Ruth Taiano, “absolutamente todas las consultas están tomadas por
cómo resolver el problema de los cajeros, de cómo cobrar
el sueldo, cómo pagar la escuela de los hijos. Todo el mundo está
en eso porque es una realidad muy fuerte. Pero cuando las figuras de autoridad,
los gobernantes, toman medidas no eficaces, genera una sensación
de estar a la deriva que produce mucha ansiedad, mucha angustia. Cada uno
reaccionará con sus recursos. Algunos quedarán paralizados,
otros van a armar escándalo al banco, otros pedirán prestado.
Lo que se nota es la sensación de desorientación. Hasta ahora
se notaba la imposibilidad de los pacientes a programar a largo plazo.
Ahora, esto produce la imposibilidad de programar a ningún plazo”.
El ranking de los trastornos de ansiedad
Trastorno de ansiedad generalizada (preocupación excesiva y constante
por todo). El rótulo corresponde al diagnóstico más
generalizado realizado sobre 722 casos evaluados durante la Semana de los
Trastornos de Ansiedad, organizada en los hospitales porteños en
agosto pasado, a través de consultas gratuitas. Durante cinco días,
los hospitales Fernández, Argerich, Rivadavia, Alvarez, Durand y
Piñero atendieron en forma gratuita consultas sobre ansiedad y estrés.
Fueron atendidas 809 personas, de las cuales se evaluaron epidemiológicamente
722.
En el 67 por ciento de los casos se detectó trastorno de ansiedad
y se proporcionó tratamiento psíquico y farmacológico.
De esa cantidad, el 36 por ciento fue derivado a tratamientos especiales
de psicopatología, y en el 31 por ciento de los casos, se recetaron
ansiolíticos.
Sobre el total de las consultas, el 77 por ciento fueron mujeres. El
dato puede dejar una idea errónea. No es que sean más ansiosas,
sino que se animan a hacerlo público. “Los trastornos mentales,
el sentimiento de angustia –explicó Graciela Lucatelli– son vividos
como signos de debilidad. En nuestra cultura, el hombre es el proveedor,
como macho tiene que poder. Por eso, el hombre padece más que la
mujer la desocupación. Y no lo puede aceptar tan fácilmente.
Por eso, las tres cuartas partes de quienes se acercaron a hacer una consulta
fueron mujeres: lo pueden hacer público.”
Después del diagnóstico de trastorno de ansiedad generalizada,
el segundo rubro que abarcaron las consultas fue el trastorno de angustia
con miedo a salir al exterior. Lo que se conoce como agorafobia, que los
pacientes refieren como paralización, no poder y un nudo atravesado
en la garganta. La misma semana se realizó en Córdoba y se
repetirá el año próximo en cada una de las provincias
argentinas.
Un cambio difícil
Las personas de la tercera edad sufrirán particularmente los
cambios en la manera de comprar y operar con los bancos impuestos por el
Gobierno, alertó ayer el catedrático en Terapias Psicológicas
de la Asociación de Psiquiatras Argentinos, Humberto Gobbi.
Los cambios, señaló, “actúan desorganizativamente,
produciendo un cuadro de caos de desorganización y de tener que
depender de alguien que sepa más y lamentablemente el sector de
la tercera edad no es el que está más acompañado”.
El psiquiatra señaló que esta situación “va a generar
situaciones traumáticas especialmente en los sectores más
pobres que no cuentan con una información previa adecuada y también
en las personas de la tercera edad que por sus características psicológicas
tienen dificultades a la operatoria de cambios rápidos”.
“Esto es brusco y muchas personas no van a poder realizar rápidamente
este cambio: pagar ayer en dinero y hoy manejarse de esta manera”, explicó
Gobbi.
Los síntomas del alerta
Si usted sufre tensión, preocupación e inquietud en forma
permanente, nota que tiene angustias y se siente irritable, sufre alteraciones
en su sueño, tiene contracturas musculares, dolores de cabeza, palpitaciones,
trastornos gastrointestinales, sensaciones de falta de aire, incapacidad
para relajarse y dificultad para concentrarse, sea precavido: son síntomas
de trastorno de ansiedad, un problema considerado de salud mental. En agosto
pasado, la Sociedad Argentina de Trastornos de Ansiedad estimó que
alrededor de la cuarta parte de la población sufría el problema
sin saberlo. Unos 9 millones de argentinos. Desde el lunes pasado, es probable
que la calvofobia se haya incrementado notablemente.
8 de octubre del 2002 http://www.elancasti.com.ar
Lo informó ayer la oficina de Relaciones Policiales de la Policía
Oficialmente son 39 los muertos por suicidios
Se trata de todas las víctimas por muertes autoprovocadas. Algunos casos no tomaron estado público. También se incluye el caso de Martín Constán, cuya muerte se produjo presuntamente cuando el adolescente jugaba con una soga.
La oficina de Relaciones Policiales de la Policía de la provincia difundió ayer las cifras oficiales sobre las muertes por suicidios a lo largo de todo el año, y se precisó que son 39 casos y no 33 como se informó con anterioridad. La noticia, dada a conocer por el jefe de la oficina, comisario Manuel Américo Aibar, no sólo sirvió para corregir las terribles cifras de muertes autoprovocadas en el territorio provincial, sino que agrega dramatismo a una situación que parece incontenible por los funcionarios del área de Salud.
El conteo de los casos registrados a lo largo del año revela que el único mes en el que no se produjeron casos de suicidios fue febrero, mientras que agosto y septiembre, con 9 y 7 muertes cada uno, son los más trágicos del año. En agosto, sin embargo, debe hacerse la salvedad de que la lista de la Policía incluye la muerte del adolescente Martín Constán como un hecho de suicidio. El caso, que aún se investiga por la justicia, se habría producido mientras Constán jugaba con una soga que se la ató al cuello, pero antes se lo protegió con un rollo de estopa para que no le hiciera daño.
Caso por caso
Los hechos registrados en el territorio de la provincia revelan que en el departamento Capital se produjeron 12 casos de suicidios, más que en cualquiera de los restantes 15 departamentos. Al mismo tiempo, se precisó que de los 39 casos sólo cuatro son mujeres -dos de Capayán, una de Capital y otra de Andalgalá- mientras que el resto son hombres. Esa relación confirma la tendencia que se registra en el análisis de todos los casos ocurridos entre 1992 y 2002: de cada seis víctimas por suicidios, sólo una es mujer.
En relación con las edades, para el presente año las franjas más comprometidas se ubican entre los 20 y los 40 años, y con mayor incidencia en el segmento de los 20 a los 31 años. Al mismo tiempo, es igualmente importante la cantidad de adolescentes de entre 15 y 19 años que se quitaron la vida. Con las cifras oficiales, el presente año se constituye en el más trágico de la última década sólo con los casos ocurridos hasta octubre, superando con holgura a 2000, año que detentaba el infausto récord de 30 muertes por suicidios.
Motivaciones
Paralelamente a las muertes, en los hospitales y postas sanitarias se
siguen registrando por lo menos cuatro casos de intentos de suicidios por
día, y muchas veces las víctimas no reciben la atención
fundamental y necesaria para ser contenidos emocionalmente. (Ver aparte)
Por otro lado, psicólogos y psiquiatras opinaron que si bien es
cierto que cada caso debe ser analizado en particular y que no existiría
un factor común, podría asegurarse que las particulares circunstancias
económicas de la provincia, especialmente la pobreza, la desocupación
y las situaciones de exclusión social podrían colaborar en
mayor o menor grado con las conductas suicidas
23
de octubre del 2002
Reunión del equipo de Salud en el San Juan Bautista
Evaluaron la marcha de acciones contra el suicidio
Consideraron "positiva" la implementación de
la "línea azul". Una nueva reunión se realizará en
30 días.
En dependencias del hospital San Juan Bautista se llevó ayer la segunda reunión del equipo de Salud, entidades intermedias y distintos profesionales relacionados con la problemática del suicidio, a fin de evaluar las distintas acciones que se pusieron en marcha para tratar de frenar el creciente número de suicidios y de intentos que se vienen registrando este año. Participaron del encuentro, además del ministro Pablo Doro, integrantes del equipo de la Dirección de Salud Mental, el subsecretario de Salud, ONG, profesionales del Servicio de Psicología del nosocomio (encargados de la atención del 0800 que se implementó el lunes pasado), trabajadores sociales y miembros de la Secretaría de Seguridad.
Se abordaron distintos aspectos del plan de acciones que cada sector
implementó. Se hizo especial énfasis a la reciente puesta
en marcha de la "línea azul", el número gratuito para brindar
apoyo a personas que manifiestan la intención de poner fin a su
vida. Sobre este tema, la directora de Salud Mental, Martha Barrionuevo,
evaluó como "positivo" el proyecto, y confirmó que en los
dos primeros días de su uso se recibieron varias llamadas. El servicio
funciona las 24 horas, y es llevado adelante por dos personas. Un psicólogo
atiende el llamado, mientras que un trabajador social concurre al lugar
donde está la persona para completar la asistencia. "Creemos que
es de mucha utilidad", dijo la funcionaria, a la vez que remarcó
que se está realizando un informe diario sobre el funcionamiento
del 0800.
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